jueves, 21 de febrero de 2013

El asalto al Hades








Nacemos culpables; culpables de nuestra vitalidad, de los deseos
que brotan de nuestros cuerpos. Cuando nos bautizan, nos quitan el pecado original sólo a título provisional, para darnos una oportunidad de
hacernos conformes a la Ley. Los rituales de confirmación son la 1ª Comunión, la Confirmación, los libros escolares, etc.
Como decía antes, no hay Juicio Final al término de nuestras vidas;
en cambio hay un Juicio Inicial en el comienzo, por el que la sociedad nos
condena, a un@s más y a otr@s menos, pero tod@s nacemos con el veredicto de culpabilidad, llámese tánatos innato, pecado original, karma o
como se quiera llamar.
Si se hiciera una recopilación de lo que se dice a l@s niñ@s, veríamos que una gran parte de la pedagogía que se imparte consiste en
dejar establecida esta traslación de la culpa y esta inversión del bien por
el mal: si un niñ@ llora es porque hace algo que está mal, y se le dice: tienes que ser un niñ@ buen@, l@s niñ@s buen@s no hacen esto o lo otro,
no seas mal@, si eres mal@ no te vamos a querer, etc. etc. Lo malo es lo
que queremos. Lo bueno lo que quieren ellos.Y si nuestra relación no
funciona es por nuestra culpa. Esto es la principal Ley del Poder: la culpabilización de la víctima. Como Edipo, tenemos que sentirnos culpables,
convencernos de que somos perversos y arrancarnos los ojos para expiar la culpa; creer que los malos no son ell@s sino nosotr@s.Tenemos
que arrancarnos los deseos, mutilar nuestra vitalidad. Porque el Poder
tiene siempre que ser invisible, y las víctimas no pueden existir porque les
delatan. Para ocultarse, el Poder culpabiliza a la víctima sistemáticamente,
es decir, la culpabilización de la víctima forma parte del proceso de realización del Poder.

Esto es muy importante para ir viendo la formación del ‘yo’. No
solo debemos negar nuestros deseos; debemos considerarlos inconvenientes, inmorales, perversos, y además tenemos que ocultar nuestra
‘maldad’ ante nuestra propia conciencia que se va formando.Así, el ‘yo’, la
percepción de un@ mism@ que se va formando, tiene que aplastar la
verdad de nuestro ser psicosomático, que sólo desea amar y ser amado.
De este modo, ellos se quedan con la bandera del ‘amor’, y nosotr@s
con la del niñ@ mal@ que coge rabietas, hace guarradas y tiene deseos
‘impuros’.Y por eso el sentimiento de culpa que emerge de adult@s
(como todo aquello que emerge de la Falta Básica y que tiene sus raíces
por debajo de la personalidad oficial, del ‘ego’ edípico), emerge cargado
de una rara ansiedad, que a menudo es muy desproporcionada con respecto al hecho por el que nos sentimos culpables
Por eso a veces, cuando nos rebelamos contra algo, aflora un sentimiento de culpa que nos hace dudar; y muchas veces esa duda hace dar
marcha atrás a una rebelión que estaba a punto de desencadenarse.
Aunque de modo general, como dicen Deleuze y Guattari, la inhibición
de la rebelión es inconsciente.

De, El asalto al Hades, Casilda Rodrigañez bustos

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