Mi interés por la danza empezó con curiosidad, el exotismo y ese aura de fantasía que encierran las leyendas de tambores, fuego y movimiento. Los ondulantes movimientos misteriosos que asemejan el desplazarse de las serpientes, los círculos, las espirales, el infinito y la línea.
Movimientos ancestrales copiados de las galaxias, ese fundirse con el todo a ritmo de tambores, que ya nuestros ancestros practicaban a la luz de las hogueras para propiciar buenas cosechas, fertilidad al fin y al cabo. Si nos adentráramos hacia esa fertilidad nos vendrían a la mente las antiguas Venus (mujeres embarazadas) las que daban a luz y alimentaban a los recién nacidos, de senos y vientres prominentes que pasaron a ser Diosas Madres. Estas diosas se fundieron con la Luna, su color azul y plata, ellas reflejaban la luz del Sol padre se ligaron a la Magia y la religión y por que no, a la danza. Ellas daban o quitaban la vida, se enamoraban, perdían a sus amados, tenían hijos, se enfrentaban a sus enemigos y a la muerte.
Los movimientos básicos de la danza recuerdan a los de los astros, bailes que se hacen en circulo alrededor de un eje central o bailes que imitan los movimientos naturales de la procreación o el parto. La danza es una parte mas de la vida, del movimiento. El movimiento es vida la inmovilidad muerte. El movimiento necesita equilibrio, tener un Pilar del Medio que en este caso será nuestro tronco, por las que realizaremos la danza kósmica desde nuestra base en Malkut donde encontramos nuestro equilibrio, vamos trabajando cuerpo-mente para potenciar nuestra energía que a medida que va ascendiendo en equilibrio se va transformando as través de nuestras 33 vértebras con sus articulaciones.
Es muy importante tener presente nuestro centro de equilibrio y mantenerlo no solo durante el trabajo que hagamos sino también en nuestra vida cotidiana. La danza nos enseña y nos hace conscientes de este punto. El punto de equilibrio en nuestro cuerpo lo encontramos a partir de nuestro ombligo realizando una conexión de lo humano con la tierra y el cielo. Realizamos una conexión en la que visualizamos como nuestra cabeza es estirada hacia arriba por unos hilos invisibles, de nuestras manos sale energía pura y nuestros pies están totalmente conectados a la tierra.
Conexión con el Universo.
La danza se recrea en una esfera que contiene en ella todas las formas, nos imaginamos como el hombre de vitruvio como centro del Universo al quedar inscrito en un círculo y una malla de cuadrados en 3D inscrita dentro de el que dará origen a nuestros movimientos. Esta esfera contiene todas las formas y expresa una energía poderosa y sagrada, la carta del tarot “El Mundo” es un arquetipo que expresa esta energía y también podría ser una base para empezar el trabajo, como punto en expansión hacia el infinito.
El circulo nos remonta hacia la eternidad, con la danza aprendemos a dibujar las formas esenciales para liberar el espíritu y fomentar la creatividad y visualización.
Nuestros movimientos dentro de la esfera en 3D nos ayuda a visualizar que nos encontramos danzando con el Universo, uniendo nuestros movimientos en espiral, circulo e infinito con Yesod, con Nut, atravesando la barrera de lo astral y disparándonos hacia lo mas profundo del Universo, estamos danzando en la esfera de la Luna, la Dama de las aguas profundas y subconscientes. Aquí en esta esfera visualizamos nuestro cuerpo físico y potenciamos la intuición y la clarividencia, nos llenamos de fuerza espiritual, vibramos con una fuerte y poderosa luz azul y junto a nuestro movimiento-visualización.
Podemos trabajar con diferentes Diosas a través de la Luna y sus ritmos, podemos centrar nuestra danza en alguna de ellas o trabajar con la esfera Yesod , nos sentimos ligados a la sephirá como ella nosotros pedimos prestada nuestra luz a la gran fuente de Vida así como Yesod la pide prestada al Sol.
Aquí nos encontramos danzando con nuestra conciencia centrada en la zona pélvica, donde asentamos nuestro equilibrio donde residen nuestros centros energéticos que rigen el fluir con la vida, la sensibilidad, el erotismo, la creatividad, los sentimientos, el entusiasmo. En la esfera de la Luna nos sentimos verdaderos magos donde nuestra energía disuelve los bloqueos de la vida diaria, donde la suave luz lunar nos entrega con suavidad la abrumadora Luz de la Verdad, para que nuestra naturaleza humana pueda soportarla con comodidad. Nos hemos despegado de nuestra vida material y nos encontramos danzando en los cimientos de la Luz Vital reflejada, el principio creador de la Vida. En Malkut somos materia, en Yesod somos materia viva.
Seguimos nuestra danza y con ella nuestra ascensión por el pilar central y nos encontramos en Tipheret, el centro vital y el corazón, el Sol de nuestro Sistema Solar. La lección de esta esfera es que a menos que nuestra vida esté centrada en un punto de equilibrio que en nuestro caso sería el Corazón nos perderíamos en el caos. Podemos dedicar todo un ritual de danza centrado en el punto Anahata, en el centro cordis. La danza-trance en este nivel es el conocimiento interno, el equilibrio de los opuestos, conocimiento del si-mismo del Ser Espiritual, conociendo y abriendo nuestro corazón conocemos el Universo, los ciclos, la luna, las mareas, los mares, los ríos, la tierra. El corazón reconoce el envejecimiento de la piel, de la vista, del paso de las estaciones, de todas las estaciones… Nos reconocemos como expresión viva, material, pero a la vez inmortal en nuestro centro cordial. Nuestro corazón es amante de la sabiduría centrada en él, en el “hormigón” de nuestras vidas, en la naturaleza, que nos proporciona los secretos de la danza de nacimiento, muerte y resurrección. Al abrir nuestro corazón abrimos los caminos del mundo que nos rodea y el multidimensional universo que habitamos, retomamos nuestro rol, nuestro camino. El movimiento guarda un poder secreto en relación con el sonido, es mágico, todas las culturas tienen su danza, el propósito inicial de ellas es transcender y adueñarnos de nuestra naturaleza, permitiendo que el amor incondicional inunde nuestro corazón para que nuestros pensamientos sean libres para identificarnos con nuestra realidad para permitirnos usar nuestra magia creadora.
El Abismo.
En la danza-ritual el abismo es la fijación en el punto Vishuddha, es el puente entre nuestro pensamiento y nuestro sentimiento, transmite todo nuestro interior hacia el exterior, es el centro de nuestras manifestaciones, es el abismo entre la dimensión material y la inmaterial. No solamente nos expresamos con la palabra hablada, sino que también lo hacemos con cualquier expresión artística. Todo aquello que nos hace crecer en este aspecto nos ayuda. Al llegar a este punto se experimentan los bloqueos que hemos acumulado a lo largo de nuestra existencia. Captar lo que somos, que sentimos y que nos pasa, debería ser sencillo y usual, sin embargo es una de las actividades más difíciles para nuestra conciencia, siempre teñida por nuestra mente.
EL REENCUENTRO
La danza antiguamente era un pilar en la practica de rituales espirituales y de adoración a los Dioses, era una forma de comulgar con lo divino, una parte del camino de la vida, de las celebraciones, estaciones y ritmos de nuestras vidas.
El baile es un lenguaje que reúne el cuerpo la mente y el alma y la llena de gran energía espiritual, podemos llamarla Dios, Naturaleza, Cosmos… lo que realmente es importante es que estamos elevando nuestro sentimiento espiritual y nos llenamos de alegría. El centro de cada persona es lo más intrínseco y profundo, es Divino, es íntegro y es absoluto. Consciente o inconscientemente, todos nosotros tenemos íntimamente la necesidad de unirnos en amor con el aspecto Divino en cada uno de nuestros semejantes y con la creación que nos rodea. Cuando bailamos desde el corazón podemos sentir la gnosis despertando y danzando a través de nosotros para enfocar y dirigir la conciencia a través del gesto físico. Expresamos externamente nuestro espíritu interno.
Cuando conseguimos esta conexión la danza se convierte en magia, la energía fluye libremente por nuestro cuerpo y la mente se silencia.
Olga
